La Junta abre al turismo el voladero de urogallos de 290.000 euros que ha tardado en ejecutar ocho años en Laciana

El voladero de urogallos de Laciana, ubicado en el Centro del Urogallo de Caboalles de Abajo (Villablino), podrá por fin abrirse a los turistas esta Semana Santa de 2025, después de que su proyecto fuera anunciado por la Junta y Castilla y León en el año 2018.
Es decir, que pasada ya buena parte de las fechas de la Semana Santa de este año, la Junta anuncia públicamente que por fin podrán entrar los primeros visitantes a un espacio en el que se han invertido apenas 290.000 euros y que ha tardado ocho años en ejecutarse por parte de Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, a través de la Fundación Patrimonio Natural.
A través de una nota de prensa, el nuevo recinto ofrecerá la posibilidad de divisar un total de ocho ejemplares de urogallo centroeuropeo en unas “condiciones adecuadas desde el punto de vista etológico, sanitario, de seguridad y confort”. Con esta presencia animal los visitantes podrán complementar su recorrido por el Centro del Urogallo, que se encuentra en la misma parcela desde el año 2006.
Hay que recordar que la comarca de Laciana, junto con las de Alto Sil o Omaña, acogen en la actualidad en torno a un 80% de los menos de 300 ejemplares que quedan en toda España, estando el resto en zonas de Asturias, lo que hace de esta especie una de las más amenazadas de peligro de extinción en la actualidad. Más recientemente, la cifra se ha reducido ya a menos de 200.
Según la información oficial, las visitas serán guiadas y será necesario realizar reserva previa en el teléfono del Centro del Urogallo, el número 987 490 107. Los horarios de las visitas serán, de mañana, a las 11.30, las 12.15 y las 13.00 horas, y de tarde a las 16.30, las 17.15 y las 18.00 horas.
Once promesas, un sólo cumplimiento
Desde el año 2006, la localidad leonesa de Caboalles de Arriba cuenta con un centro temático empleado en exclusiva al urogallo. Como complemento, la Fundación Patrimonio Natural prometió en 2018 un “hogar para el Urogallo” (Tetraonis urogallus domus), que recrea su hábitat natural y permite al visitante observar la vida de los ejemplares de urogallo. El centro se sumó a la lista de once grandes proyectos turísticos prometidos personalmente por el anterior presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, en la feria Fitur de 2017, una lista de la que sólo se ha puesto en marcha uno de los once proyectos cerca de una década despuñes en un ejemplo más de retraso y alto porcentaje de incumplimiento de los propios compromisos que acumulan la Consejería de Medio Ambiente y la Fundación.

Las actuaciones que por fin se han ejecutado en Caboalles incluyen una empalizada permeable que delimita el recinto; la apertura de una puerta para acceder directamente desde el Centro, como parte del recorrido guiado; ajardinamiento paisajista del espacio mediante plantaciones autóctonas y elementos rocosos; colocación de elementos escultóricos e informativos para completar el carácter educativo de la visita; y la construcción de una pérgola para contemplar las laderas de las montañas cercanas que albergan las mayores densidades de urogallo en la Cordillera Cantábrica. Con su diseño, el voladero da preferencia a la iluminación natural a través de los lucernarios de la cubierta y así los urogallos no verán alterado su ritmo biológico por la presencia inadecuada de luz artificial.
Que no mueran de 'sustos'
Dicha cubierta está diseñada para permitir la iluminación natural y evitar que los ejemplares puedan detectar la presencia de depredadores alados y sufrir ataques de cardiopatía. Además, se ha conseguido un alto nivel de insonorización para que los ejemplares que viven en su interior no influyan negativamente sobre la población silvestre que utiliza los cantaderos próximos, especialmente durante su periodo reproductor. Además, un arroyo artificial recorre todo el espacio interior y proporciona a los urogallos mayor bienestar, y mejores condiciones biológicas e higiénicas.
El nuevo voladero está organizado en dos unidades familiares, integradas cada una de ellas por un macho y tres hembras. Cada una tiene su propio hábitat, en condiciones seminaturales, para que los individuos se encuentren en entornos adecuados. Junto a ello se han dispuesto especies vegetales favorables para la especie, tales como arándano (Vaccinium myrtillus), enebro (Juniperus sp.), frambueso (Rubus idaeus), gayuba (Arctostaphyllos uva-ursi), grosellero (Ribes sp.), bonetero (Euonymus europaeus) y árboles secos.
Espejos
Cada hábitat tiene una superficie de 135 metros cuadrados, dimensiones adecuadas para que los urogallos puedan ejercitarse, acicalarse o mover las alas, que, junto a los diferentes posaderos, en altura, y areneros, hacen de este hábitat un fiel reflejo de las zonas naturales. Para evitar el impacto de los urogallos contra los muros perimetrales o la cubierta del voladero, se disponen redes horizontales y verticales de seguridad, de fibra de alta densidad (polipropileno), con malla cuadrada con hilo y laterales armados con cuerda trenzada.

En la zona de visitantes se ha colocado un vidrio templado, sobre carpintería fijada al muro de hormigón mediante aislantes acústicos. Es de tipo “espejo”, de modo que el visitante puede observar a los urogallos sin ser visto por ellos, evitando alterar su tranquilidad. Además, se han colocado altavoces que reproducen el ambiente interior del voladero gracias al sonido que captan varios micrófonos de ambiente distribuido estratégicamente en cada uno de los hábitats.
Además, se ha implantado un sistema específico de eliminación de residuos, que garantiza la limpieza de la zona de observación, el acristalamiento de seguridad, y la desinfección periódica de los hábitats. También, se ha desarrollado un plan de profilaxis sanitaria de los urogallos, que establece las actuaciones sanitarias a llevar a cabo cuando los individuos presenten alguna patología, supervisado por el Centro de Referencia del Urogallo que la Junta tiene en la finca de Valsemana, en La Ercina, también en la provincia de León, donde se produce la cría en cautividad de la especie, muy lejos del espacio geográfico donde sobrevive a duras penas el urogallo cantábrico.