Por una gestión medioambiental realmente útil en el Alto Sil

Una operaria medioambiental entre urces.

Nos vamos acostumbrando en estos nuevos tiempos a ver actuaciones medioambientales variopintas que van en sentido totalmente contrario a lo que se pretende solucionar, haciéndolas pasar por avances indiscutiblemente positivos. Suelen ser atentados a la razón, si, pero también, en demasiadas ocasiones, perjuicios, deterioros, molestias y menoscabos de aquello que se pretendía enmendar.

Vivimos en una Reserva de Biosfera del noroeste leones, Lugar de Interés Comunitario (LIC) Alto Sil, con poblaciones estables de grandes carnívoros y donde se ubican los últimos santuarios del urogallo cantábrico (tetrao urugallus cantábricus), además de otras especies de fauna en peligro con diferentes grados de amenaza, algunas de ellas con planes de recuperación en vigor o en elaboración. A pesar de todo ello es cada vez más habitual encontrarse con este tipo de intervenciones en el medio natural vendidas como “mejoras de hábitats” en montes oseros y/o urogalleros, incluso en sus zonas críticas de reproducción, alimentación, refugio o invernada y que suelen consistir básicamente en desbroces de matorral, podas, talas, clareos y últimamente han añadido al catálogo silvícola el anillamiento de árboles (Quercus Pyrenaica, que sepamos), que ajardinan el lugar restándole naturalidad y diversidad.

Sabemos que la administración responsable de la gestión del territorio, la Junta de Castilla y León, nunca se ha caracterizado por desarrollar políticas públicas de protección y conservación de la naturaleza, más bien al contrario. Dos ejemplos: haciendo la vista gorda con las explotaciones ilegales de carbón a cielo abierto, ya clausuradas por fortuna, y que han tenido que ser restauradas con muchos millones de dinero público del contribuyente; o permitiendo la caza en modalidades de batida y rececho sin guardería que las supervise, y en todo el espacio sin restricciones ( al contrario de lo que se hace en la Comunidad vecina de Asturias, donde la guardería está presente en todas las cacerías, máxime en espacios protegidos con especies en peligro).

Pensamos que si de mejora de hábitats se trata una de las acciones a realizar podría ser la retirada de decenas de kilómetros de vallados de alambre, instalados en montes públicos para delimitar pastos o lindes entre pedanías muchos de ellos enclavados en zonas muy delicadas para las aves y en especial para el urogallo (suelen tener cinco hilos, dos de ellos de púas y en muchos casos son subvencionados por la propia Junta). No vendría mal tampoco el cierre de algunas pistas forestales que atraviesan parajes sensibles, ni la reforestación de espacios degradados por incendios o minería, recuperación de escombreras, etcétera.

Trabajo no faltaría, pero, en nuestra opinión, si que serviría para regenerar espacios y contribuir a la mejoría de hábitats, pero sobre todo no dañaría más el territorio ni las especies o ecosistemas que alberga, que bastante ha sido maltratado ya durante estos últimos años.  

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