Los piratas no admiten tarjeta (porque en el mar no funciona el TPV)

Leo en los foros, y me hace gracia, que los que se oponen a los pagos con tarjeta son piratas que quieren escaquear sus ingresos a Hacienda, y que hay que darles caña, o inspeccionarlos un poco porque sí, como sospechosos, que es lo que propone la Agencia Tributaria en su plan para la lucha contra el fraude este año.
Hacienda reconoce, con un par y una estaca, que de lo que se trata es de extender el modelo de pagos digitales y arrinconar un poco más al efectivo, tan desagradable, tan turbio, tan insolidario y tan oscuro. De hecho, el efectivo es una cosa muy repugnante porque, imaginaos, no permite a las empresas, ni pagando por los datos, saber quién se ha comprado antidepresivos en la farmacia en los últimos meses. Y así, si no lo sabes, igual vas y contratas a alguien que ha comprado determinados medicamentos. Una pena. Un dolor que se podría arreglar obligando a comprarlo todo con tarjeta, ¿verdad?
Porque la cosa va de privacidad y de algo más allá de la privacidad.
Lo primero, y no nos chupemos el dedo, es que a las grandes empresas, no hay nada que les interese más que lo que compras, cuándo y dónde. Con esos tres datos, eres una perita en dulce del márketing. La tarjeta les dice dónde estuviste, a qué hora llegaste, cuánto gastaste, cuánto pagaste en realidad, y por qué servicio. ¿De verdad se cree alguien que esos datos se quedan sólo en el banco? Basta con leer las condiciones de servicio, esos trescientos folios de Pascual Duarte sin Cela, para convencerte de que no, de que los van a ceder a terceros para mejora del servicio y otros intereses legítimos. O sea, para medrar y joderte, resumen ajustado de la palabrería anterior.
Y lo segundo, es la parte técnica. Sobre todo en lo rural, que conozco bien de cerca. Supón que tienes una casa rural o un restaurajte en la montaña. Supón que dices que admites tarjeta, porque el tema no te incomoda demasiado, y ya lo declaras todo a Hacienda. Supón, y todos sabemos que no me lo invento, que la línea telefónica funciona 300 días al año, y que otros 65 días no funciona, no va, no tira, o cualquier otra mierda. Los clientes vienen sin efectivo, porque se les ha dicho que se admite tarjeta. Pero el aparato no funciona. ¿En qué clase de jaleo nos hemos metido? ¿No es mejor decir que NO se admite tarjeta, y luego admitirla un 90% de las veces que lo contrario? Esa es la solución práctica, tan leonesa y montañera que se toma por aquí. Porque una sola vez que te surja el problema causa tanto daño que te hace maldecir para una década.
Mientras las infraestructuras y las comunicaciones tengan una tasa de fiabilidad por debajo del 99,95% (que es la que hay en León capital), no se puede admitir el pago con tarjeta, a peligro de liarla a lo grande.
No son ganas de defraudar. Son ganas de que no nos roben los bancos y de que no nos metan en jaleos las averías constantes.
Supervivencia, oye.